Que el resultado sea 5-4... ó 4-5

Hay tantas ganas de rendirle homenaje a Johan Cruyff en este primer partido que juega el Barça en su campo tras la muerte del inventor de su fútbol actual que no estaría mal desear un resultado que le gustara al extraordinario futbolista.

Decía Cruyff que el fútbol debía ser una expresión del gusto por el juego; debía olvidarse de las tácticas mezquinas para que la pasión de jugar se alimentara con la alegría de marcar. El acicate de las escuelas, donde todos nos creíamos Di Stéfano, Kubala y los sucesivos héroes de todas nuestras edades, era meter goles, cuantos más mejor.

Y lo que quería Cruyff era meter goles, como Ronaldo o como Messi, o como cualquiera. Las tácticas de amarre han echado por tierra esa ambición y ahora, excepto el Madrid y el Barça, sobre todo, los partidos de fútbol suelen terminar como quieren entrenadores cuya ambición es no perder, secundados por los futbolistas, que prefieren agarrarse al clavo ardiente del resultado mínimo que arriesgarse a perder o a ganar jugando a marcar.

Por eso Cruyff decía que prefería ganar por 5-4 que llevarse el partido por 1-0. Él quería espectáculo, y por tanto calidad, juego, alegría de vivir en el campo una aventura que también fuera apasionante para la grada. Para eso se hizo el fútbol, y eso quería Cruyff, que consolidó esa herencia en el Barça de hoy.

Por eso, en su honor, independientemente de lo que haga la grada para honrarlo, es de esperar que el clásico de esta vez acabe con ese resultado que él quería en lugar del 1-0: un 5-4 en honor de Cruyff. Para que no se me enfaden los madridistas, estas otras son las alternativas: 5-5 ó 4-5. Y ya no me arriesgo más, que no soy ni Acisclo Karag ni soy el Pitoniso Pito.