MotoGP pierde con el lío entre Rossi y Márquez

Miradas esquivas. Movimientos huidizos. Evitar siquiera acercarse. Marc Márquez, ganador del GP de Argentina, y Valentino Rossi, segundo, juegan al gato y ratón antes de subir al podio. Y la historia se repite una vez ya en él, cuando las banderas ondean, suena el himno español, hay que hacerse fotos y rociarse con cava. Frialdad, tensión, mal rollo... Así no es el motociclismo. Las carreras son rivalidad en pista, sin duda, pero al caer la bandera de cuadro el respeto y la complicidad deberían ser la norma entre los pilotos. Sin embargo, el choque de trenes que se produjo el año pasado entre estos dos auténticos fuera de serie va a condicionar, es obvio, el desarrollo de este Mundial que está comenzando y que lidera el ilerdense después de dos carreras.

Diría que ningún buen aficionado disfruta con la situación. Es fea para todos y desagradable también para los protagonistas, que parecen campos magnéticos del mismo polo, obligados a repelerse cada vez que se aproximan. ¿Hay solución? Pues me temo que difícilmente. Quizá algún día los implicados lo olviden pero mi impresión es que no va a ser pronto. Ninguno de ellos dará el primer paso hacia una reconciliación, que se antoja como lo imprescindible para que el otro tenga la oportunidad de considerarla. Demasiado ego y rencor reciente, más lo que puede venir porque esto no ha hecho más que empezar y seguramente se produzcan nuevos conflictos entre ambos. Una pena, ya digo, porque Márquez y Rossi son dos grandísimos pilotos, campeones excepcionales, y asistir a tanta tensión lejos del asfalto no es el espectáculo que quisiéramos.