Doncic no pasó precisamente desapercibido en la prórroga que dio la victoria al Madrid en Murcia. En ausencia de Reyes y de Lima, eliminados, cogió seis rebotes; en ausencia de Llull, también eliminado, ocupó su puesto y anotó dos puntos. Recordaba a sus tiempos en los equipos inferiores del Madrid, donde jugaba de todo. Ahora, con 17 años recién cumplidos, ya no lo puede hacer. Está en el primer equipo, y ahí cada jugador tiene una misión muy concreta. Pero, a veces, Doncic se salta el guión y la lía. Como hizo en Moscú hace tres meses. Ante el CSKA nada menos. Laso pidió tiempo muerto para lanzar una bronca monumental a Doncic, pidiéndole a gritos unas jugadas predeterminadas. La respuesta del chaval fueron tres triples seguidos.

A Doncic no le sirvió para jugar más. Al contrario. Hoy hace un mes que jugó su último partido de la Euroliga. Laso ya ni le convoca. En la Liga cuenta con él, pero lo justo. Ante el Murcia, cuando no tenía más remedio por haber sido eliminados tres compañeros. No digo que a Laso le falte razón. Doncic ha estado perdido en algunos partidos. Además, su eficacia en los triples (45%), que es su fuerte, no mejora la de Rivers (60%), Nocioni y Taylor (52%), Carroll (51%), Maciulis y Thompkins (47%) —¡increíble que con estos porcentajes el equipo pase apuros!—. Pero Doncic es un genio, y sólo los genios proporcionan el revulsivo necesario para superar situaciones imprevistas, como es la marcha del equipo en la Euroliga. La recompensa puede ser enorme.