Ha vuelto Marc, ¿acaso se había ido?

Es como si 2015 nos hubiera deparado un vacío, un enorme agujero negro por el que se hubiera evaporado el talento mayúsculo de Marc Márquez. Es como, digo… Lo que dio de sí ese Mundial y el desenlace de Cheste, con Lorenzo y Rossi jugándose el título, dejó a Marc en un segundo plano. Hablo competitivamente, al vodevil extradeportivo que hasta hoy colea no le dedico ni una línea. Lo único que le pasó a Márquez en 2015 es que se le indigestó la Honda. La configuración de la moto no fue la acertada y los japoneses hicieron oídos sordos a lo que les decía el piloto. O eso pareció. “El problema no se soluciona de una carrera a otra”, reconocía en mayo. “Dijimos que era un motor agresivo y pedimos que cambiaran. Pero en Malaisia intentaron solucionarlo dando más potencia abajo. Sobra arriba, pues abajo”, añadía con media sonrisa.

El basculante que estrenó en 2015 la RC213V lastró la temporada de Marc. Así de sencillo, así de crudo. “Nos falta un pasito más para luchar por las victorias”, decía ya por junio en Montmeló. Pero cuando se quiso dar cuenta, ese pasito era un salto Fosbury y la fiesta del título ya sólo se bailaba en Casa Yamaha. El invierno lo ha cambiado todo y Márquez vuelve a ser el que conocemos: ilerdense, con una sonrisa de oreja a oreja y un modo de pilotar como si no hubiera mañana. Austin fue un buen ejemplo, desde los libres hasta la carrera. Diez victorias suma ya en USA. Marcvelous, ese podría ser un buen apodo. Otro más. Márquez ha vuelto. ¿Acaso se había ido?