Cuando hasta el rabo todo es toro

Los últimos 29 majors de golf han tenido 22 campeones distintos. Desde que Tiger Woods ganara su último en 2008, no hay deporte donde la victoria resulte más imprevisible. Eso explica la victoria de Willett en el Masters de Augusta. Spieth, que iba para sucesor de Woods —aún está a tiempo—, tiró dos bolas al agua en el hoyo 12, y sus perseguidores se encontraron inesperadamente con la posibilidad de la victoria. Así es el golf, deporte en el que hasta el rabo todo es toro más que en ninguno. Aunque hay otro con una competencia tan grande, que es capaz de dejar fuera de los próximos Juegos Olímpicos a una de las selecciones más laureadas: la nuestra. Es el balonmano, donde se pasa de héroe a villano en un santiamén.

Esta vez nos ha tocado a nosotros, como en los Juegos de Londres 2012 le tocó a Alemania y Polonia, y en los de Pekín 2008, a Suecia y Serbia. Desde que ganáramos el Mundial de 2005, estas cuatro selecciones, más las de Francia, Croacia, Dinamarca, Islandia y la española, por supuesto, se han repartido las medallas de cuantas grandes competiciones se han celebrado. Son nueve equipos de élite, y en los Juegos no hay sitio para todos. Sólo participan doce, y hay que dejar sitio al anfitrión y a los campeones de los otros continentes. Alguna gran selección europea se tiene que quedar fuera. Balonmano y golf, dos deportes con un abanico de favoritos tan grande, que las alegrías, y por tanto las penas, están muy repartidas.