¡Cuarto en la general del Mundial de MotoGP!

¡América! Llegué con recuerdos amargos, el año anterior me arrasaron en la primera vuelta y terminé con 0 puntos… ¡Pero allí estaba! Después de un no tan mal resultado en Argentina mis pilas estaban cargadas.

Neumáticos. Michelin: los grandes protagonistas de estas primeras carreras. El jueves nos comunicaron que el primer día de entrenamientos utilizaríamos de los dos compuestos delanteros y traseros blandos, porque los compuestos más duros, debido a los problemas en Argentina, estaban volando hacia Austin. Empezar un fin de semana de esta manera, la verdad es que mucha confianza no te da. Pero no seríamos los únicos con problemas… El primer día de entrenos fue particularmente bonito, ya que el circuito desde el primer entrenamiento estaba a la perfección, limpio, los pianos brillantes y todo preparado para un gran show.

Milésimas. Nos escapamos del primer día muy cerca del Top 10. El sábado no tuve narices de clasificarme directamente a la Q2, ¡pero fue por tan solo 18 milésimas! Como si parpadearas tan solo una vez en un circuito de 2 minutos y 4 segundos. Increíble, ¿no? Pues cuando tenía que clasificarme para la Q2 en la Q1 me volví a quedar cerca… ¡Esta vez a 20 milésimas! ¡Como si fuera una broma!

Más neumáticos. Los problemas principales se centraban en el desgaste del trasero, aunque en el warm up vimos que también el delantero sufría muchísimo, y ahí se planteó el dilema: ¿salimos con duro o con blando? Era un mix: VR46 (Rossi) salía con duro-duro igual que JL99 (Lorenzo), pero mi compañero de equipo BS38 (Smith) salía con duro-blando y yo blando-blando. ¿Qué quiere decir cuando cada piloto con una misma moto usa neumáticos diferentes? Que los Michelin no responden demasiado bien y nos perdemos… Creía tener la mejor elección, en este caso, la más segura para la carrera; sabía que quizás no sería la más rápida, pero sí la que me llevaría con más seguridad a la meta.

El gran ‘show’ americano. Parrilla, semáforo en rojo y el himno americano en vivo cantado delante de miles de personas en pie con la mano en el corazón. Esta es una sensación a la que nunca me llego a acostumbrar en las carreras americanas. Me gusta mucho ver cómo esa gente se emociona al escuchar su himno, y te lo transmiten aunque la película no vaya contigo.

Carrera. Verde. ¡¡¡Salida!!! Como si de un déjà vu se tratara, una repetición del GP de Argentina. Uno tras de otro, los pilotos iban desapareciendo tirados por el asfalto, pero yo seguía encima de mi M1 concienciado de que era una maratón, no un sprint de 100 metros. Y la jugada me salió bien, conseguí terminar la carrera séptimo, a solo tres segundos de la primera satélite, la de SR45 (Redding), con el neumático delantero destrozado. No había visto nunca un neumático tan al límite pero, ¿sabéis qué? ¡Cuarto en la general del campeonato del mundo de MotoGP! ¡Increíble pero cierto! Una ilusión que no durará mucho, pero que sin duda disfrutaré en Jerez con todos vosotros. ¡Ya llegamos a Europa! Lo bueno empieza ahora...