El mejor también falla

Nicola Rizzoli desde el primer momento demostró cómo que hay que aguantar, templar y mandar con discreción un partido de estas características demostrando que hay que ahorrarse tarjetas como hizo en el primer tiempo, donde no sacó ninguna. La primera llegó en el 69’ a Gabi. Luego ya fue un rosario de ellas hasta terminar el partido y la más clara de todas fue en el 70’, la que le sacó a Luis Suárez por entrar a rematar con el codo por delante impactando con el ojo de Godín, en el momento que el rojiblanco metía la cabeza para despejar el balón.

Fue meticuloso en muchas acciones, como al advertir en un saque de banda de Juanfran en el que se adelantó dos metros, y eso que la primera falta la señaló a los ocho minutos y la segunda a los catorce, totalmente diferente al rosario de falta de los últimos veinte minutos. Pero a ser sincero hubo pocas jugadas discutibles en la primera parte. En el 27’, cuando Piqué intenta interceptar la internada en el área de Carrasco, cae y no toca el balón con el brazo por lo que no hay penalti, aunque lo reclamase el Atlético. En el 31’, hay una falta de Godín a Iniesta que Rizzoli quiso aplicar la ventaja y tardó más de lo normal en señalar dicha falta. En la reanudación se complicó el partido, donde tuvo que sacar las ya mencionadas tarjetas y hubo dos jugadas determinantes.

La primera, en el 87’, cuando Filipe se va hacia la portería y al pasar el balón a Griezmann, la pelota es interceptada con el brazo por Iniesta dentro del área con Rizzoli a cinco metros. El penalti fue claro y bien señalado y amonestado. No era roja. En el 91’ ocurrió lo que solemos decir los árbitros interiormente, la jugada tonta que estropea el partido. Y así fue, ya que Rizzoli estaba muy cerca y no vio como Gabi, con el brazo levantado, despeja el balón con la mano dentro del área. Es verdad que el cuerpo sí estaba dentro, pero fue penalti y no lo señaló, lo que demuestra que hasta el mejor echa un borrón y este fue gordo.