De vuelta por el lugar del crimen

El Valencia regresa al lugar del crimen. En Barcelona fue acribillado en Copa. Pero esa noche pudo empezar a resucitar y sin embargo decidió pudrirse. Aquel 7-0 fue un reflejo más del fracaso en la planificación, aunque peor fue la nula reacción del club a semejante ridículo, algo que constató sus lagunas estructurales. Gary Neville no debería haber continuado en el banquillo ni un minuto más, pero Peter Lim lo mantuvo hasta 87 días después de la goleada. La retahíla de errores cometidos desde verano se resume en que el Valencia temía por la permanencia en Primera hasta su victoria contra el Sevilla de hace sólo una semana. La salvación es lo único que ha podido ‘celebrar’ su afición tras 142 millones en refuerzos. Así de triste es su realidad.

Pero el gol contra el Sevilla de Negredo, futbolista que por todo lo que ha pasado alrededor suyo es el paradigma del año de esquizofrenia del Valencia, liberó al vestuario blanquinegro. Les quitó a los jugadores presión y canguelo. A ello se le suma que Pako Ayestarán está de campaña electoral. Quiere ser el elegido para ser el entrenador del proyecto que viene. Decisiones como la de suspender diez días de empleo a Feghouli evidencian que el vasco no está de paso hasta final de temporada. O al menos no lo está por lo que a él y a García Pitarch respecta. Y precisamente en esa liberación de los jugadores y en la búsqueda de votos de Ayestarán radican las armas del Valencia y los peligros para el Barcelona. Los che poco tienen que perder hoy. Los azulgrana, bastante.