Dicen que la venganza se sirve en plato frío y eso hizo anoche el Valencia en el Camp Nou. Con Diego Alves mediante y diez jabatos (más después Alcácer) que demostraron en Barcelona tener al menos vergüenza torera. No fue el Valencia mejor que el Barcelona. Pero sí fue el mejor Valencia dadas sus circunstancias y su añito. Y con ello (mérito que hay que atribuirle a Pako Ayestarán, que ayer ganó adeptos en su particular campaña electoral para ser el entrenador del curso que viene) y una actuación soberbia de Diego Alves, los blanquinegros le hicieron su particular ‘siete’ a los de Luis Enrique.

No. El Valencia no ganó ni por el Atleti ni por el Real Madrid, por más que a ellos les hiciera un favor y diera emoción a la recta final de Liga en lo que a la lucha por el título se refiere. El Valencia logró una victoria para sí mismo y para sus sufridos aficionados, a los que durante meses han maltratado y a los que anoche dieron una alegría. Pero el Valencia, el club, no debe caer en el error de que las ramas en forma de goles de Rakitic y Santi Mina (sin duda alguna la jugada del año del Valencia) cieguen a Lim y le impidan ver que, tras ellas, en el global de la temporada, no hay bosque sino desierto y errores en cadena. ¡Ay si Gary Neville se hubiera vuelto a la Gran Bretaña tras aquel 7-0!