Mikel Baena Salado

El valor de creer en uno mismo

La gente de nuestro pueblo siempre ha dicho que el Eibar nunca retrocede”. Así reza literalmente un breve, aunque también representativo, fragmento del himno armero. Esa afirmación parece algo rimbombante. Cierto. No obstante, tiene explicación lógica. Todo eibarrés se siente muy orgulloso con su estatus. Allí aprecian mucho lo propio, sea bueno, malo, grande o pequeño. Hace falta poco, casi nada, para verles felices. Esto genera indistintamente alegrías, tristezas, sorpresas y disgustos. Refleja fehacientemente esta particular idiosincrasia.

Refiriéndonos al fútbol ocurre casi igual. Ahora los astros les iluminan desde cerca, en las alturas. Están tocados por esas varitas mágicas, si bien tampoco olvidan dónde surgen sus humildes raíces. Curtidos entre lodo, continúan exprimiendo este bonito sueño. Cada instante es único, irrepetible, pero anhelan prolongarlos. Miran hacia delante sin complejos de ningún tipo e intentan crear una sólida base para seguir creyendo. Porque ha quedado demostrado que trabajando duro cualquier cosa puede conseguirse.