Zidane no se atreve a quitar a Cristiano

Eran los últimos instantes del Madrid-Villarreal cuando Cristiano intentó una chilena que no le salió. Y, peor, sintió algo. Se tocó tras le muslo derecho, en la parte alta, y decidió retirarse sin esperar órdenes ni contraórdenes. No dejó de ser chocante: un jugador ni debe irse del campo así, por las buenas, sin instrucción o al menos anuencia de su entrenador; o del árbitro, que es la autoridad en el campo. Cristiano se marchó ‘a la francesa’, como mal decimos aquí. Sin despedirse, sin justificarlo. Le pudo su preocupación por lo que ocurría en un rincón de su organismo.

El Madrid ganaba ya 3-0. ¿Era necesario Cristiano todavía en el campo? Eso le vinieron a preguntar a Zidane, que fue estremecedoramente sincero. Vino a decir que él tampoco era partidario: “Es necesario para él, de vez en cuando, no terminar los partidos. Pero, bueno, es un jugador que quiere siempre jugar, dar lo que tiene dentro. A veces, para mí, es muy difícil”. La confesión pone a Zidane en una posición equívoca. Se valora su sinceridad, pero al mismo tiempo queda en duda su ‘auctoritas’. ¿No puede retirar a Cristiano en el 75’, ya con 3-0, de un partido resuelto? Él mismo admitió que no.

Ni él ni los anteriores. Y en este caso no se trata de presión del presidente, que la hay para otras cosas, sino de la propia ambición del futbolista. Cristiano es un vicioso del fútbol y del gol. Quiere jugar siempre. Y se lo merece, porque lleva siete años en el Madrid marcando un chorro de goles. En todos y cada uno de sus siete años, el Madrid ha pasado de cien goles en la Liga, gracias al plus que él pone. (Antes sólo había pasado una vez, con la Quinta del Buitre). ¿Quién le para? Ni el mismísimo Zidane se atreve. Aunque por lo menos sí se atreve a confesar que no se atreve. Eso ya es un primer paso.