Me dicen los aficionados del Villarreal que el fútbol nos debe una, en clara referencia a la semifinal de hoy. Tras tres eliminaciones (alguna de ellas traumática), en el entorno amarillo existe esa creencia de que los dioses del fútbol tendrán esta vez al Villarreal como su preferido. Y puede que sea así, puede que ya toque que el equipo castellonense pueda alcanzar la gloria que merece. Pero, sinceramente, discrepo en eso de que el fútbol le debe algo al Villarreal.

Desde mi perspectiva pienso que el fútbol es tan jodido y tan duro, que no atiende a merecimientos y regalos. Es más, creo que es al revés, y que somos los que vivimos cerca del Villarreal los que le debemos mucho al fútbol y al equipo. Le debemos la oportunidad de ver y vivir cosas que nunca hubiéramos soñado. Le debemos ser unos privilegiados en esto, y con título o sin él, le debemos noches mágicas como la de hoy. Así que lo que se me ocurre es que los amarillos deben disfrutar al máximo de estas cosas, pero hacerlo de verdad. Deben ir al campo con ganas de ayudar en todo lo que puedan a los suyos y, sobre todo, que estos noten esa felicidad.