Saúl, en el inicio de una era

El nombre de Saúl hoy está en todas partes. De punta a punta de Europa, de boca en boca. En L’Equipe, en The Guardian y en La Gazzetta dello Sport. Todos rendidos ante su zancada, ante su quiebro de cintura. Y es que, su gol al Bayern, tuvo mucho del gol del siglo que, en aquel Mundial del 86, le hizo Maradona a los ingleses. Pero no extraña, Saúl es un chaval que nació gritando fútbooool. Su padre, Boria, fue futbolista del Elche, y también sus hermanos, Aaron y Jony, los dos en Portugal. Con ellos crecía y jugaba, jugaba y se hacía futbolista. Todas sus tartas de cumpleaños tenían como dibujo un campo de fútbol. El mejor regalo era siempre la pelota.

Saúl. Salvo lesión o desastre estará en Francia. Que faltara en la última lista de la Selección sólo lo explica lo que se jugaba la Sub-21. En el Atleti, últimamente, cada vez que hay un azo detrás está él: golazo, partidazo, derechazo, zurdazo o cabezazo. Definitivamente, jugadorazo. A su poderoso físico (1,85), su polivalencia (puede jugar atrás, delante y en el centro; donde le pongan) y carácter, siempre ganador, le ha sumado la forja de Simeone. El miércoles se echó a la espalda, como si nada, 42 años de historia mientras regateaba a Xabi Alonso, a Bernat, a Alaba, y marcaba su propio gol del siglo. Vicente del Bosque estaba en el palco y lo vivió en directo. No creo ya que tenga ninguna duda. La próxima era del fútbol es suya, de Saúl, en el Atleti y en La Roja. Una ya hace meses que comenzó. La otra lo hará este verano, en Francia.