Bona nit i benvinguts a l’estadi...

El Barcelona ha perdido a parte de su escudo. Esta vez no se trata de la muerte de un jugador que levantara a la grada con sus acciones, de un entrenador que levantara polémicas o de un directivo que fuera objeto de discusión. Esta vez, el Barça está de luto unánime. Se ha muerto Manel Vich, la voz del Camp Nou desde hace 58 años. Ese día, en el homenaje a César Rodríguez un joven aspirante a locutor de radio, tomó el micrófono de Les Corts por imposición del añorado Ricard Combas padre (por entonces jefe de personal del Barcelona) para recitar los obsequios que había recibido el 'Pelucas' de parte de las casa comerciales que patrocinaban el evento.

Vich poseía una voz que cinco generaciones de barcelonistas asocian a la primera vez que acudieron al Camp Nou y que a partir de la próxima jornada, cuando el Barça reciba al Espanyol en el Camp Nou, se sentirán más huérfanos que nunca. En un mundo de mosaicos prefabricados, himnos de la Champions, gradas de turistas, la maldita ola y aplausos programados en determinados minutos, la ausencia de Vich dando la bienvenida con esa voz grave y serena nos demuestra que el fútbol antiguo y venerable pierde pie. Su ausencia nos llevará a odiar cada vez más el fútbol moderno. Estamos hablando de un hombre que anunciaba los cambios de los equipos escuchando a la gran Rut Vilar a pie de campo por Catalunya Ràdio porque a nadie del club se le había ocurrido pasarle un papel con las alineaciones. Resonaba en los altavoces del estadio únicamente después de que Rut y Joaquim Maria Puyal, a los que escuchaba por un auricular, le certificaban que los cambios eran correctos. Él mismo se daba paso desde su cabina.

Comerciante textil, en casi seis décadas de ejercer de locutor futbolístico amateur en uno de los estadios más grandes del mundo (lo de speaker es algo moderno y absolutamente contracultural para lo que él hacía) Vich sólo se perdió dos partidos en su carrera . Uno fue cuando se casó su hija y el otro en una enfermedad de su mujer. Fue el primero que se atrevió a utilizar el catalán en el Camp Nou cuando hablar en el idioma propio en público seguía penado por el código penal. Su voz reclamando que "s'ha perdut un nen" (se ha perdido un niño) era un clásico que provocaba los berrinches del gobernador civil de turno y la ovación de la grada. La mayoría de veces, no había ningún niño perdido, pero oír hablar en catalán en ese estadio compensaba el desastre que pasaba sobre el césped.

En el último partido de Liga en casa ante el Sporting se le echó de menos recitando las alineaciones, circunstancia que no pasó desapercibida a los espectadores (no turistas) del estadio. El Barcelona anunció ayer que el Barça pierde a su voz. Descanse en paz.