Por una vez, y aun reconociendo su impecable discurso, discreparé de Simeone. En la vida y en el fútbol sí existen revanchas, aunque quede más literario y elegante hablar de nuevas oportunidades. Torres espera revancha desde hace años para ganar su primer título con el Atlético. Cristiano es revanchista, en el mejor sentido del término, desde que se calzó sus primeras botas. Si hay un especialista en fútbol propenso a tener ese sentimiento, es el delantero. Su forma de tapar un mal día ante la portería contraria es tomándose la revancha en el siguiente.

Y en eso están Torres y Cristiano. Desde ya, no tienen otra cosa en mente que la final de la Champions League. El primero para borrar el penalti que no entró en Múnich y que encogió los corazones rojiblancos durante los diez últimos minutos de la semifinal. El segundo porque sabe que jugó mermado físicamente ante el Manchester City y eso colocó a su equipo en una situación angustiosa. El fútbol les regala una revancha maravillosa en tres semanas. Uno y otro la buscarán en tierras italianas de la única forma que saben: marcando goles.