El 12 de mayo de 2013, Alonso ganaba en Montmeló. Una gran victoria. Diríase que inédita en el circuito catalán. Allí, hasta ese día, no se había visto cosa igual: ¡Ganar la carrera saliendo desde el quinto lugar de la parrilla! La estrategia de Ferrari fue muy elogiada. Alonso cambió neumáticos antes que nadie, y eso le dio una ventaja que resultó decisiva. Mercedes, en cambio, lo hizo de pena. Rosberg salió primero y acabó octavo; Hamilton pasó de segundo a duodécimo. Tampoco nadie podía imaginar que esa fuera la última victoria de Alonso... hasta ahora. Han pasado 56 carreras, 33 en Ferrari y 23 en McLaren. Las cosas no iban bien en Ferrari, pero desde luego han ido infinitamente mejor que en McLaren.

Desde que Alonso se fue de Ferrari porque el coche no andaba, Vettel ha ganado tres carreras, ha sido segundo cuatro veces y tercero ocho. Raikkonen, por su parte, ha hecho dos segundos puestos y tres terceros. Mientras, Alonso ha deambulado por McLaren desde las posiciones 5ª, 6ª, 10ª, 11ª, 12ª, 13ª, 15ª, 17ª y 18ª. A partir de ahora las cosas podrán ir cuanto mejor se quiera —peor resulta difícil—, pero es evidente que Alonso se equivocó con el cambio. De ser un piloto ganador pasó a ser un piloto cuyo cometido era mejorar un coche que jamás había andado tan poco. Tal es así que en 2015 sólo quedó por delante de los modestísimos Manor. La realidad es esa, y el único deseo, que esta odisea se haya quedado atrás.