El baluarte de Emery

Nunca se rinde. Zarandeado por el Liverpool en la primera parte, el Sevilla volvió a levantarse para hacer más grande su leyenda de rebelde. Son ya innumerables los días en los que pareció condenado a la derrota y se sublevó ante el destino para salir vencedor. Emery tiene la fórmula y la debió conjurar en el descanso de Basilea, porque los mismos jugadores perdidos del primer tiempo transmutaron en otros futbolistas, juramentados y enloquecidos por la victoria. La vehemencia del técnico vasco en sus charlas tiene algo de taumatúrgico, con ese rostro desencajado, capaz de hacer que Banega se crea Riquelme o Xavi y que Coke se vea apto para jugar de extremo o de portero si hace falta. Unai invoca lo que haya que invocar: doblar los laterales, poblar el centro del campo con infantería pesada, lanzar a Gameiro con paracaídas a territorio enemigo… No es el Sevilla de antaño, del fino arte, del toreo al natural. Es un equipo de faenas menos lucidas, de arrimón y de estocadas hasta donde pone Sánchez Pizjuán, el destino final de los trofeos. El fútbol español debe estar orgulloso de tener al Sevilla y, digámoslo también, al himno del Arrebato. ¡Ole!

La final de Copa. Estando Messi y el tridente por medio, el favorito siempre será el Barça. Hay que ver cómo han gestionado los culés esta semana de asueto, con rúa festiva incluida, no vaya a ser que alguno se haya puesto ya en modo vacaciones. Van a tener enfrente a un equipo mucho más serio que los de las últimas cinco goleadas ligueras, así que Luis Enrique debe mantenerles en tensión. Los azulgranas están ante la oportunidad de cerrar un doblete buenísimo, a pesar del mareo de dos meses que han tenido y de que la Champions la vaya a pasear otro por aquí cerca. Pero el Sevilla llega sin temores, con los deberes hechos y la posibilidad de quitarle protagonismo a un equipo de alcance mundial. El esfuerzo de Basilea y los lesionados merman al equipo de Emery, que tendrá que inventarse otra pócima motivadora para convencer a sus jugadores de que la gloria es posible.

La lista de Del Bosque. Dos años después, Vicente se ha sacado la muela de Diego Costa. Le ha estado dando guerra mucho tiempo, sin encajar bien en la dentadura, ni con empastes ni con endodoncias ha sido capaz de que masticara bien el juego de la Selección. Más que las incertidumbres físicas han pesado las futbolísticas. Rectificar es de sabios. Lo que no se entiende tan bien es lo de Paco Alcácer, un buen chico que ha cumplido casi siempre que ha jugado con La Roja, marcando goles y demostrando que pega bien con el fútbol de nuestros centrocampistas. Vale que su temporada con el Valencia no ha sido muy buena, pero ¿acaso lo ha sido la de Isco? ¿Y la de Cesc o Pedro? ¿Y la de Bartra? Sea como fuere, la convocatoria tenía sus aristas llamase a quien llamase y hay que darle un voto de confianza al seleccionador. Su gran tarea para la Eurocopa no está en los nombres, sino en recuperar el buen juego de la selección que no vemos desde hace mucho. Suerte, Vicente.