La primera avanzadilla de sevillistas llegó el viernes a Madrid y ayer por la tarde más de 500 se plantaron en Atocha a dar a su equipo recibimiento de campeón. Otros paseaban por la Plaza Mayor cantando el Arrebato mientras aficionados del Barça les hacían vídeos... Está el sevillismo feliz, flotando, con ganas de darle las gracias a su equipo por todo lo que le está dando. La final de Copa ha tomado una dimensión inesperada después de la exhibición del miércoles en Basilea. Está exprimidísimo el Sevilla, casi al límite. Pero se cree capaz de todo y cargado de ilusión porque ha demostrado que sabe jugar finales.

El mérito del Sevilla aumenta si se repara en detalles como este. Sólo tres titulares de las finales de Turín en 2014 (Coke, Carriço, Vitolo) y de Varsovia en 2015 (Coke, Carriço y Krychowiak) jugaron ante el Liverpool el miércoles. David Soria, Mariano, Rami, Escudero y Nzonzi, casi el 50 por ciento del equipo, estuvieron en el once titular en su primer año. El milagro corresponde a Emery, que soportó la crítica cuando fue colista de la Liga en la quinta jornada. Un año más, puso la maquinita a funcionar. Dicen que su discurso al descanso en Sankt Jakob Park emocionó a los jugadores: “Creed que estamos en el Sánchez Pizjuán”. En el hotel, comunicó al vestuario con Krohn-Dehli, que se rompió la rodilla en semifinales, para aumentar la emotividad. El Barça es favorito indiscutible, pero esta noche le van a retumbar los oídos. Y hasta puede que le duela la cabeza.