La Copa de La Masia

Los de casa. Cuando a un equipo acostumbrado al encaje de bolillos y a la excelencia se le pone todo en contra con la expulsión, justa, de Mascherano a los 36 minutos y la lesión de su máximo goleador a los 56’ hay que tenerlos muy, pero que muy bien puestos para sacar adelante una final teniendo en frente al Sevilla, un equipo tremendo que se dejó la piel en cada balón. El Barça se vio obligado a cambiar su guión, a jugar otro fútbol y a resistir. El fútbol que apela a la heroica, el fútbol de la resistencia, el que sólo lo pueden poner en práctica los jugadores que sienten los colores. Ellos lideraron un partido que se ganó por orgullo y por amor al escudo. Ahí estuvieron Piqué, Busquets, Iniesta y Messi liderando a un grupo que no tuvo más remedio que seguirles porque cuando amenazaba tormenta ante un Sevilla sensacional en superioridad se vio al Barcelona de la casta. Y tener tanta, o más casta que el Sevilla en una final sólo está al alcance de los elegidos.

Piqué. Siempre ha dicho que lo que de verdad le pone es que le acosen, que le masacren a centros, que se lo pasa bien en partidos complicados. Juega en el Barça desde los once años y seguramente jamás se lo ha pasado mejor que ayer, cuando a partir de su gigantesco partido se edificó primero la resistencia y luego el triunfo blaugrana. Un partido para enmarcar para un central de la casa que construyendo es el mejor del mundo, pero que cuando le atacan, encima disfruta.

Don Andrés. Le confesó a Luis Martín el domingo en El País que estaba en su mejor temporada. Ayer lo demostró. La exhibición de Don Andrés en el partido de ayer en cuanto su equipo se quedó con diez fue sencillamente descomunal. Fue el capitán que lideró una resistencia, luego una reconquista y al final un triunfo épico.

Messi, el arquitecto. En los peores momentos del partido para el Barcelona, los seguidores barcelonistas únicamente tenían que mirar a los ojos de Messi y ver su primer regate para comprobar que aunque todo pareciera muy complicado, había esperanza. Leo Messi dominó el partido de cabo a rabo, controló el ritmo, forzó faltas y asistió para que Alba (otro de la Masia) y Neymar anotaran los goles del triunfo que más ha ilusionado a los barcelonistas por como se logró.

Busquets para todo. Cuando hay un problema, acuda a Sergio. Nadie tiene el mapa del juego del Barcelona en su cabeza como lo tiene el de Badia, que en todo momento supo estar donde tenía que estar. Fue el ancla que paró la hemorragia en el momento de la expulsión de Mascherano y el que junto a Piqué empezó a construir la resistencia para acabar mandando en el partido como un mariscal.

Los que les siguen. Si tú juegas en este equipo y ves a cuatro símbolos de La Masia, de la casa, como Piqué, Iniesta, Messi y Busquets apretar los dientes y jugar a lo que no les gusta por amor a unos colores, no puedes hacer más que sumarte a su empeño. Ahí estuvo un Ter Stegen que tiene que ser el portero titular del Barça por una década, Alves, Neymar y tantos otros que demostraron que el Barça, ante once siendo diez, también gana.

La tristeza. Pero este gigantesco partido Se nos rompió a la media parte cuando supimos que nos faltaba uno de los nuestros. El más chulo de todos. Orive, el más grande.