El ying y el yang del fútbol se citan en Milán

Real Madrid - Atlético en directo

Simeone es el lado italiano del fútbol, ese aire bronco que tienen sus gestos, hasta cuando ríe; Zidane es de otro territorio, es de la tierra de la duda, la expresión exquisita que el juego se guarda para rematar con belleza el esfuerzo propio y la audacia ajena. Sin los peones el fútbol de Zidane no hubiera existido; en el universo Simeone todos son peones, él también.

Esa biografía de ambas estéticas, que simbolizan el ying y el yang del fútbol, se ha trasladado a la fisonomía y a la ética de los equipos que dirigen, que hoy se enfrentan en Milán por el título más codiciado del fútbol europeo. El Atlético acarició la Copa en la célebre final de Lisboa, y hoy se estima que este partido a la milanesa puede restituir el fracaso en forma de fado que propició Sergio Ramos en la disputa fallada por los de Simeone. Zidane se estrena en esta lid como entrenador, pero como jugador le dio al Madrid alegrías memorables, éticas y estéticas.

Hoy son Zidane y Simeone dos colosos frente a frente; en este caso, Zidane vuelve a depender de los peones, como cuando era futbolista, y Simeone sigue siendo un impenitente peón. Lo será en el banquillo; mientras él corretea, Zidane baja la cabeza, piensa, quizá adivina cómo va a ser la jugada, que él sigue con el pie como si estuviera en el campo. De un partido así yo miraría a algunos sitios especialmente: miraría a Modric, que es la encarnación de Zidane en el césped actual del Madrid, y miraría a Simeone, que es el jugador número doce, y es a la vez todos los que están en el campo. Zidane hace jugadas imaginarias, como si él mismo las dibujara para mostrárselas a los jugadores como si fueran niños. Simeone es más elemental pero a la vez más barroco: juega en todas las demarcaciones a la vez. Zidane dibuja, Simeone emborrona. Zidane es la legalidad estética del fútbol, Simeone utiliza más la tramoya de los chicos del potrero: todo vale para ganar. Digamos que uno, Zidane, es un plato de la nueva cocina marsellesa, y en Marsella Simeone sería partidario de la bullabesa, donde se enfrentan, desordenadamente, todos los sabores del fútbol.

Hoy me fijaría en Modric, en Zidane y en Simeone. Luego ya saben lo que pasa en el fútbol: todo lo que uno imagina, incluso el resultado, sale al revés. Y gana el mejor. En esto de los pronósticos supongo que se gastará hoy mucho dinero. Es difícil atreverse con uno, porque son dos equipos con una legítima carga de pasión, y cuando la pasión se añade al juego nada puede preverse. Ganará el mejor, sí, pero para lograr el triunfo tendrá que usar la pasión como instrumento lateral a la ética y a la estética de su juego. La pasión es también un jugador. Sería el jugador número trece, que se añade al ying y al yang que representan, en este caso, Zidane y Simeone.