Recuerdos del torneo de selecciones más antiguo del mundo

Los goles. Estados Unidos acogerá la Copa América del Centenario, y pocos amantes del fútbol allá tendrían dudas para elegir los dos goles más importantes de su historia. El primero, el de Gaetjens con el que Estados Unidos derrotó a Inglaterra en el Mundial de 1950. El segundo es en color. El de Paul Caligiuri en 1989 a Trinidad y Tobago y que clasificó al país para el Mundial de 1990. Años y años de frustraciones hasta ese zurdazo desde fuera del área.

Pato Aguilera. Nunca fue un buen cabeceador, pero aquella noche en Bahía el Pato Aguilera se elevó por encima de los defensores brasileños para marcar el gol de su vida. Un gol que tardó tiempo en asimilar, porque recibió un golpe que le dejó desmayado. Un gol que le dio a Uruguay la Copa América de 1983, una gesta más para un país pequeño en extensión y gigante en fútbol. Francescoli ya daba sus primeros pasos en la celeste y Diogo había marcado ya uno de antología a los brasileños en la ida de la final.

Brasil. Rubén Sosa bordó el fútbol en la Copa América de 1989, pero Brasil le ganó el partido decisivo en un Maracaná colmado. Pasaron muchos años hasta que Maracaná vibrase así con la selección hasta la final de la Copa Confederaciones ante España. Bebeto y Romario repitieron la delantera de los Juegos de Seúl un año antes y entre los dos armaron el gol del título. Centro de Bebeto, cabezazo de Romario para vengar el del Pato Aguilera años antes. Memorias de un Brasil de otro nivel.

Argentina en 1991. Tal vez pocos se acuerden, pero la exhibición de Caniggia ante Paraguay en la edición de 1991 en Chile fue un portento. El pájaro hizo un partido maradoniano, imparable, con la punta de velocidad de siempre y el despliegue físico que le caracterizó. Hizo un golazo con regate final a Chilavert y participó en los otros tres en el 4-1 final. Uno de ellos de Simeone, otra pieza clave de una Argentina que acabó ganando aquel torneo con un cuadrangular final.

Sampaoli, el último que ganó. Chile logró por fin el título hace un año. Con Sampaoli como técnico, su famoso fútbol de posición y Vidal y Alexis como emblemas. Tuve el privilegio de comentar la final junto a Caszely, el mito chileno que había perdido la final ante Paraguay en 1979. Corrió como un crío alrededor del plató. Chile rompía un maleficio en un torneo esquivo para un fútbol que siempre tuvo buenas generaciones. Ahora con Pizzi en el banquillo puede ser muy distinto.