El Cholo se equivocó

La prórroga no se olvida. Aunque el Atlético se hubiera visto favorecido por la fortuna en la tanda de penaltis, Simeone no gestionó bien la prórroga en bandeja que le había dejado el partido. Con el Madrid cansado y acalambrado, sin cambios, con Cristiano y Bale terriblemente disminuidos, incapaces de pegar una carrera y con Modric seco, Simeone prefirió ser conservador y no ir a rematar a los blancos. ¡Tenía dos cambios! Meter dos jugadores frescos en un partido en esas condiciones es inyectar adrenalina en tus venas y veneno en el corazón del rival. No es ventajismo porque lo dije en Carrusel, “cada minuto que pase en la prórroga sin que el Atleti haga cambios es regalarle vida al Madrid”. Guardar a Correa durante toda la primera parte del alargue era insuflar oxígeno a los de Zidane, que solo se sostenían con la frescura de los que salieron del banco, Isco y Lucas Vázquez, además de con el despliegue incansable de Casemiro. Mientras, el Cholo guardaba su tesoro en la banda, el fútbol vertiginoso y arrabalero de Angelito Correa, que otras veces esta temporada, saliendo también del banquillo, había encontrado petróleo en las defensas. Los minutos pasaban y en Simeone podía el miedo a perder sobre la ambición de ganar. Luego, llegaron las lesiones y el Atleti perdió su oportunidad de ser valiente.

Abandonar el barco. Con la frustración de la derrota, a Simeone se le vino a la cabeza otra temporada de esfuerzo extenuante para plantar cara a Barça y Madrid, de sacar el máximo de cada jugador en cada partido para intentar igualar el superior potencial de los dos grandes. Esa titánica obra que ha llevado a cabo en el Atleti y que debe ser extenuante. Se ha ganado el derecho a pensar en un trabajo menos heroico. Dicho todo esto, sería una pérdida tremenda para nuestro fútbol, así que gritemos todos juntos: ¡Cholo quédate!

¿Y el Madrid, qué? Sí, otra vez campeón de Europa, llegando a una marca extraterrestre, inalcanzable, superlativa. ¿Y su fútbol? Lo mejor del partido fue su afán por no llegar a los penaltis a pesar de tener medio equipo fundido. Hay ADN. Pero no ha jugado maravillosamente, no ha sido una Champions legendaria, no pasará a la historia sino por el número: la Undécima. Parece que el título impone la continuidad del modelo ligado a la presencia de la BBC en el once, que condiciona un juego a ráfagas, sin el dominio y la regularidad que llevó al Madrid a dominar siempre. Llegará el momento de los fichajes y estaremos en lo de siempre: ¿Un delanterazo tipo Lewandowski o Morata para ser suplente? ¿Un centrocampista galáctico que tenga que hacer lo de Casemiro para equilibrar al equipo? Una Liga en ocho años es una marca para reflexionar.