Ojalá que esto no sea verdad. Ojalá que la realidad sea la que vimos ante Corea del Sur. La Selección hizo ayer un partido horrible frente a Georgia en cuanto a creatividad, velocidad, atrevimiento y remate. Cuatro disparos a portería (el de Thiago, al poste), dos en la primera y dos en la segunda; trece remates fuera, reflejo de la falta de feeling de La Roja ante el gol. Georgia se estranguló de inicio y fue un muro infranqueable hasta el final. España saltó al césped de Getafe con todos los parámetros erróneos: Cesc y Thiago de creativos, más lentos que nunca; Lucas Vázquez irreconocible, allá en la banda derecha ahogado; Aduriz persiguiendo sombras en el área, apenas con un buen remate muy forzado... El once inicial estaba tan alelado que en una absurda y torpe arrancada, Georgia marcó su gol. De nota.

De nada le servía a España la posesión absoluta (siempre sobre el 75%) ni el dominio del campo. Se llegó al descanso con una amarga sensación que solapó la entrada al campo de Iniesta, hoy imprescindible en esta Selección, y más aún se animó La Roja cuando entró Silva, que puso algo de fantasía. La velocidad volvió cuando Alba se percató de que estaba en el campo, y cuando Pedro sustituyó al alicaído (y tocado) Lucas Vázquez. Hubo una ráfaga que olía a gol de España, por más que Aduriz seguía sin ver el balón. Mucho ruido y pocas nueces, es la verdad...

Y España no consiguió llegar a la red de ninguna manera, ni con Piqué de ‘9’ junto a Aduriz, ni con los laterales como extremos, ni con Nolito encabezonado, ni... Mal asunto esta sequía y esta decepcionante salida hacia Francia.