Había base para hacer mucho más

Conste que estoy tan decepcionado como el que más. Cuando el Castilla se proclamó campeón de su grupo de Segunda B dejando atrás al Barakaldo, todos estábamos convencidos de que el retorno a la Liga Adelante se iba a consumar. Ramis cogió el relevo de Zizou en el banquillo con una energía y un sentido común que permitían pensar en un final feliz. Y más teniendo en la plantilla jugadores del calibre de Marcos Llorente (espléndido mediocentro), Febas (un torbellino con mucho carácter), Mariano (un panzer en el área capaz de cerrar el curso con 27 goles) y Borja Mayoral (“la joya de la cantera”, que diría el maestro Di Stéfano). La clave del fiasco estuvo en la eliminatoria con el rocoso UCAM, que daba acceso directo a Segunda...

Pero entre el pésimo arbitraje sufrido en La Condomina (al descanso debieron quedarse ellos con nueve en el campo) y la bisoñez de la zaga castillista en Valdebebas, se esfumó el sueño. Con el Lleida no hubo manera. Fueron más listos y más competitivos. La mayoría de estas perlas se iban a quedar un año más si el filial hubiese ascendido, pero tras este palo me huelo una pequeña desbandada. Zidane decidirá qué hacer con Mariano y Mayoral (al parleño yo le subía al primer equipo). Y con Odegaard no dudaría. Cederlo y que se haga hombre y futbolista en otro sitio. El noruego vino como presunta estrella y ha terminado estrellado. Un gol en todo el curso. Fino, estiloso... y blandito. En el Castilla se muerde, no se deambula. Toca resetearse.