Inglaterra volvió a ser dos en una

Inglaterra volvió a ser dos en una y no faltó la cantada del portero. Tras haber encontrado un camino ilusionante en el primer encuentro de la Eurocopa, se puso la camiseta que pesa toneladas durante la primera parte. La mente les jugó una mala pasada. Como casi siempre. Y las miles de contradicciones con las habita les bloquearon. Quieren tener el balón, pero tras tres pases seguidos se impacientan y buscan el juego directo. Quieren controlar el partido pero los jugadores solo miran hacia arriba (y ayer solo veían galeses estorbándoles). Aspiran a tener un juego de posición que les permita mover el balón y recuperarlo al perderlo, pero no tienen claro cómo. Se les puede hacer daño con muy poco. Con una falta sin veneno por ejemplo.

Tras dejarse llevar por su instinto en el primer partido y sacar a Wilshere y Milner para aguantar el resultado, Hodgson se dejó llevar por el impulso de Neville y del pueblo que exigía ir a por todas. Los cambios ofensivos quitaron tensión al equipo y la moneda al aire que está siendo Inglaterra ayer salió cara. Sigue dando la impresión de que Hodgson improvisa demasiado y que el control depende de un buen partido de Rooney, pero al menos propuso mucho más que Gales, que tienen lo que tienen, pero con una cosa sí cuentan: saben lo que quieren y quiénes son. Con la cosa de que es un país pequeño, jugaron como tal, aunque Coleman hubiera querido hacer más daño con balón. Tendrá la oportunidad (y necesidad) de ser más atrevida ante Rusia.