El tercer gol debió ser anulado

El serbio Mazic parecía que se había leido nuestra opinión sobre él y en los diez primeros minutos ya había sacados dos tarjetas amarillas, algo impropio en esta clase de torneos. La primera a Sergio Ramos, en el primer minuto de juego, por una obstrucción en un contraataque que bien pudo no sacarla ya que fue en el centro del campo y nada brusca. Tampoco fue muy clara, que se diga, la que le saca a Yilmaz a los nueve minutos por un manotazo instintivo a Busquets que en la repetición pareció que se lo quería quitar de en medio. Y terminó con una tercera tarjeta en el minuto 40 a Topal por agarrón con retención a Iniesta, que quería penetrar en el área, y ésta si que fue correcta.

Todo esto corroboró que Milorad Mazic no tiene un nivel alto a la hora de interpretar las faltas. No obstante, en la primera parte hubo dos jugadas en las que, por cierto, acertó. La primera en el gol de Nolito, ya que el balón viene despejado por un defensa y eso habilitó su posición. Y el gol, por tanto, fue legal.

Y en el descuento, Morata remata de cabeza a bocajarro dentro del área turca y el balón da en el brazo de Topal pero es totalmente involuntaria y no hay penalti.

En la segunda parte, empezó mal su arbitraje por culpa de su asistente, ya que en el minuto 48, cuando Iniesta le pasa a Jordi Alba éste, por poco, está en fuera de juego y después cuando pasa a Morata, creo que el balón estaba más atrasado que el jugador español cuando recibe y marca. Así que el gol debió ser anulado en primera instancia. Después no hubo penalti a Morata en el 66’ cuando cae dentro del área, y en el 68’, Piqué dentro del área turca controla el balón con el brazo izquierdo aunque su centro fue parado por el meta otomano.

En resumen, partido fácil de arbitrar para Mazic que, no obstante, no demostró tener nivel para dirigir semifinales o final. El fue otro de los perdedores del partido.