Después de los dos primeros partidos por el título de baloncesto, la impresión es que el Madrid llega más fuerte a esta final. No sólo es la impresión, sino lo que reflejan los resultados: 100-99 el primer partido, donde pudo ganar cualquiera de los dos, y 70-90 el segundo, donde el Madrid fue el único dueño. Sin embargo, el baloncesto está sujeto a tantas variables que cualquier cosa puede pasar. Por ejemplo: que Doellman pase de anotar 6 triples en el primer partido a ninguno en el segundo, o Carroll, de 21 puntos a 2, pese a lo cual su equipo gane con autoridad. Gracias, por cierto, a sendos triples de Rudy y Nocioni en el último cuarto, cuando sus desaciertos estaban siendo manifiestos. Triples que pusieron al Madrid con 19 puntos de ventaja.

Ahí se acabó el partido. El Madrid comenzó a parar sus ataques; el Barcelona, a perder la motivación; los espectadores, a abandonar el Palau. Son los emocionantísimos playoff. En cuanto el partido se rompe, todo queda para el próximo. El de hoy, tercero ya, tampoco decidirá el título. De todos es sabido que el miércoles habrá un cuarto; eso es lo que lleva alejando al aficionado de la Liga. Pero con este modelo, los equipos más fuertes se manejan con desahogo. El baloncesto del Madrid y el Barcelona recibe mucho dinero del fútbol, y a cambio no ha de crear problemas ni crisis por muchos partidos que pierdan. Esta temporada llevan 46 derrotas entre los dos. Y ahí están. Tan felices y dándose la mano los jugadores antes de que el encuentro haya terminado.