Cleveland juega aquí en el Palacio

Muy de madrugada, LeBron James y sus indomables Cavaliers destrozaron los pronósticos y conquistaron el anillo de la NBA en la guarida de esos Warriors recrecidos que hasta ayer bailaban en torno a Curry como si Michael Jordan y sus inolvidables Bulls hubiesen sido unos aprendices a su lado. La soberbia se paga en el deporte. Por eso aplaudí en su día la llegada de Laso al banquillo del club más grande del mundo fuera de la NBA. Messina era como Curry. Se le quiso entregar la corona de Emperador antes de que se la ganara. Pero Laso es puro ADN madridista y ante el Barça de la triste figura, sus chicos jugaron a un ritmo frenético, a toda pastilla, sin treguas, concediendo muy pocos rebotes, desplegando una defensa de anticipación maravillosa y con unos artistas que hacen del Palacio un vistoso jardín de las delicias. El Increíble Llull, Air Rudy, Cha-cho-chó, Machete Ayón, el Mago Doncic (¡viva la cantera!)...

Este Madrid no ha perdido el hambre. Llull se quedó en Madrid y renunció el pastizal que le ofrecían los Houston Rockets­ para ganar aquí, al lado de su gente, otro anillo de la ACB. Con 84-74 firmó un 7-0 de parcial gritando al cielo del Palacio con la fiereza de un líder descomunal. Juega como si fuese su primer año, come la tostada a los rivales por intensidad y agresividad y contagia ambientalmente a su equipo y a esa estupenda afición que ayer se lo pasó de cine. Los Cavaliers juegan en el Foro. LeBron y sus chicos ya tienen un espejo en Europa donde mirarse...