En el minuto 87 hay que ser infiel a tu filosofía

Más que un partido de liguilla lo de Croacia era un partido de cuartos. Vista la carretera hasta semifinales, perder nos supuso cambiar la hoja de ruta de un supuesto llano a tres puertos de categoría especial. Y más que (a toro pasado) fuera una cuestión de rotaciones o asuntos individuales, fue un tema de lectura de partido. Porque hay momentos en un encuentro que requieren ser infiel a una filosofía. Los minutos 44 y 87 son momentos en los que si tienes a un rival con repliegue intensivo hay que ponerle el chupete a la pelota. Más que rotaciones, echamos en falta individualidades y frescura al tomar decisiones. Debimos esperar una respuesta de ellos más que en incidir en preguntas.

Croacia no buscaba la victoria en los últimos minutos. La línea de cuatro dentro de su área nos dejaba claro que esperaba una imprudencia de los nuestros para cogernos descompuestos. Encantados con el empate, los croatas aprovecharon que los nuestros no se defendieran bien con balón, con mucha gente por delante de la pelota, Juanfran y Jordi Alba de extremos y, sobre todo, Sergio Ramos o Piqué debiendo de encimar a Kalinic, sobrando uno si había rechace o robo, encimándole sin dejarse dar la vuelta para encarar. Y la potencia de Perisic culminó el gol de paciente.

En octavos nos espera algo similar con la Italia del ‘Cholo Conteone’. Los italianos son los reyes de la paciencia. Es un equipo especialista en penalizar cualquier descuido, con el mejor entramado defensivo de la Eurocopa. Los trillizos Barzagli, Bonucci y Chiellini nos recordaran rápido el capítulo de Croacia. Ojalá que sin perder nuestra esencia y recuperando la mejor versión de Iniesta, la lectura en momentos del partido sea más prudente.