España, ni un paso atrás

Autoafirmación. Ninguna duda sobre la idea y el estilo de la Selección. El hecho de no haber sabido gestionar el empate ante Croacia no puede llevarnos a la incertidumbre sobre nuestros planes. España ha dejado su impronta en los tres partidos, ha jugado bien y ha demostrado una clara mejoría en la aproximación al gol. La confusión de la segunda mitad ante los croatas y los errores en defensa nos bajaron la euforia de sopetón, abocándonos a un cuadro de alta montaña, pero ese rato de partido no puede borrar lo que hemos visto de Iniesta, Silva, Nolito, Cesc (sobre todo cuando se acercó al área) o Morata. Sabemos que los italianos tendrán preparado su plan de batalla con trincheras, emboscadas y trampas, jugarán a esperar y a racanear como les gusta, lo de toda la vida. ¿Tenemos que cambiar nosotros? No. Nuestro camino tiene que ser el que marcan nuestros centrocampistas, el de la posesión y el movimiento rápido, la triangulación y el desmarque. Sin habernos pegado el trompazo del tercer partido seguramente nos hubiéramos tenido que cruzar con esta Italia aguerrida más adelante y entonces no hubiéramos tenido inquietudes sobre nuestro estilo. Hay que seguir firmes en nuestra convicciones y, eso sí, pedir más concentración atrás.

El penalti de Ramos. Si Del Bosque prefiere que los jugadores administren el lanzamiento de penaltis en virtud de la confianza de cada uno en ese momento, hay que respetarlo. Pero en esos instantes tiene que imperar la racionalidad frente al atrevimiento. Ramos puede ser líder en muchas cosas, pero a la hora de decidir en algo tan específico debería haber pensado antes en el colectivo que en su osadía. Su personalidad se impuso a la de jugadores que realmente son mucho más relevantes como Iniesta o Silva. Sergio, que pareció desconcentrado en muchas fases de los partidos, debería centrarse en su verdadero trabajo: controlar exhaustivamente a los delanteros y mostrarse concienzudo en evitar acciones peligrosas en nuestro campo. Toda la energía que pierde en parecer atrevido, en las salidas de balón o en sus subidas al ataque, la pierde a la hora de colocarse bien y adelantarse a los rivales. En su trabajo las ligerezas pasan una factura decisiva.

Los cambios. El plan general de Del Bosque, que todos pedíamos, era encontrar un equipo titular reconocible y ahora lo tenemos. De salida este once se ha mostrado siempre con chispa y es de suponer que tras cinco días de descanso no la habrá perdido. El refresco de los cambios será necesario a medida que pasen los minutos o cuando haya que adaptarse a situaciones puntuales. Hacer modificaciones porque sí podría desnaturalizar el equipo. Los que no juegan tienen que cambiar el estar disgustados por el estar enchufados y ofrecer el máximo rendimiento. Y Pedro, el primero.