Juvenil y Féminas: dos caras y el mismo temple

Competir y Atlético son dos premisas que ya van inexorablemente de la mano en cualquier silogismo futbolístico que se quiera plantear. Da igual la edad o el sexo como se pudo comprobar hoy. La solvencia competitiva que Simeone ha inoculado al club es el espejo donde se miran todos los equipos, masculinos y femeninos, y cada uno de los de los técnicos que trabajan en la Academia. Con mayor o menor éxito todo orbita alrededor de esa idea. El filial falló, hay que decirlo, en su misión de volver a Segunda B y hay todavía muchas cosas que revisar en el vivero colchonero, pero el Juvenil A ha sido la cara amable de su fútbol base masculino. Se llevó una liga que se le puso en chino cuando perdió en Valdebebas a falta de dos jornadas. Fue una prueba de carácter, como relataba el técnico colchonero Óscar Fernández hace un par de días.

El grupo supo canalizar un obstáculo que convirtió en impulso, con una inercia que ha llegado hasta esta mañana. No ha sido una, han sido varias gestas parecidas las que han jalonado esta Copa para coronar campeón a un equipo con una granítica personalidad y con un temple asombroso. El mismo que exhibían en Las Rozas las chicas del Féminas para firmar la que, seguramente, será la mejor primera parte de su historia. Y es mucho decir porque pelear con los más grandes hace tiempo que dejó de ser una novedad para convertirse en una obligación para ellas. El crecimiento de esa sección ha sido exponencial en los últimos años y ha colaborado al prestigio que se sigue ganando el fútbol femenino español.