Espantada olímpica en el golf

El golf va a ser deporte olímpico en Río. Lo fue en los Juegos de París 1900 y San Luis 1904, y se acabó. En la asamblea del Comité Olímpico Internacional (COI) de 2009 se aprobó su inclusión en el calendario olímpico, pero costó trabajo. Recibió 67 votos a favor y 27 en contra. Entre el COI y las gentes del golf nunca hubo buena sintonía. Intentos anteriores por meterlo en los Juegos hubo varios, pero mientras el COI quería a los mejores jugadores en una competición del máximo nivel, los jugadores, a través de su asociación, la PGA, ponían problemas por las exigencias de su propio calendario. Deseaban un torneo más corto y sin comprometerse a que los mejores jugadores participasen. Ellos tenían su propio mundo.

Pero resulta que se está produciendo una espantada importante: Day, McIlroy, Adam Scott, Lowry, Oosthuizen... Como si Djokovic, Nadal y otros tenistas emergentes o ganadores de un Grand Slam renunciaran a jugar en Río. Temen el zika. Al tener que jugar al aire libre durante cuatro horas al día, más las jornadas de entrenamiento, están expuestos a un mayor riesgo que, por ejemplo, los jugadores de baloncesto, que compiten en pabellones cubiertos y refrigerados. El campo de golf de Río está, además, junto a la laguna de Marapendí, donde aumenta la probabilidad de una picadura. Sigue esta estampida —sólo falta Spieth— y lo mismo se suspende el golf en Río. Aunque será difícil. Daría pie a renuncias en cadena en otros deportes.