De repente, el futuro ya no es lo que era

El futuro no es lo que era. Tomo prestada esta frase, título de un libro de conversaciones de hace unos años entre Juan Luis Cebrián y Felipe González, para expresar mi mirada en este día hacia La Roja, y que veo que comparte bastante gente. Teníamos títulos, teníamos respeto universal, teníamos un estilo, teníamos la seguridad de que nuestra Selección había dado el salto definitivo. De repente, todo se presenta nublado. Sí, sé que el fútbol produce sensaciones exageradas, según el resultado. El ánimo ahora es lúgubre, claro, y quizá eso empañe el análisis. Pero los hechos son los hechos.

Lo que queda de la generación gloriosa (Casillas, Puyol, Xavi, Xabi, Villa y Torres ya estaban descontados y no han tenido sucesores a su altura) cumple años y partidos y se va notando. Aún quedan algunos del principio del ciclo (Sergio Ramos, Silva, Iniesta...), pero la edad les amenaza. El relevo debería ir saliendo del grupo que fue campeón de Europa Sub-21 en el 2013 y promociones aledañas, pero sólo De Gea, Carvajal, Koke y Morata se han instalado con firmeza en el gran fútbol, en equipos ‘Champions’. Isco y Thiago están aún entre el sí y el casi. Los demás se han ido perdiendo.

Bartra se va del Barça. Íñigo Martínez cumple en la Real. Illarramendi rebotó en el Madrid. Muniain se nos ha perdido. A Rodrigo se le secaron los goles. Y así siguiendo: lesiones, parones... Dos figuras de tiempo más reciente, Deulofeu y Jesé, tampoco han roto en lo que se esperaba, por distintas razones. Más acá asoman Asensio, Denis Suárez, Williams y demás meritorios de la concentración previa. Y Saúl. Son muy prometedores. Pero parece difícil imaginar que de entre todo esto y algo más pueda salir algo próximo a lo que hemos perdido. El que venga va a tener tarea. Rusia está a sólo dos años.