Del Bosque, Casillas y el pasado feliz

Ayer mucha gente me preguntaba si para acabar así no hubiera sido mejor que Del Bosque no llevara a Casillas. Quizá. Del Bosque actuó con una lógica futbolística: para él, Casillas ahora es el segundo portero de España, como De Gea es el primero y Sergio Rico el tercero, y a esos tres llevó. Sólo que Casillas tiene un rango por su dimensión histórica que le hubiera hecho merecedor de un pacto previo. Vas de segundo, y si prefieres no ir, lo arreglamos de la mejor manera posible. En el fútbol escasean las explicaciones, pero hay cumplidas ocasiones en las que son convenientes. Ésta era una, obviamente.

Lo que yo no sé es, ya que ha habido incidentes o desdenes, cosa que dice Del Bosque y yo lo creo, por qué éste ha sido tan indiscreto como para echarlos a rodar una vez terminado todo, envileciendo la atmósfera, ya por sí depresiva, de este fin de ciclo. Ayer mismo glosaba yo aquí el tacto con que Del Bosque había llevado la sucesión de Casillas. Pues me lucí. Casillas, a lo que se ve, estuvo descontento y Del Bosque se ha permitido ahora un desahogo impropio. Se despidió por mensaje de veintidós (incluido Pedrito, claro, se entiende) y sólo no mandó mensaje a Casillas. Y lo cuenta.

Por suerte, parece que Casillas no va a contestar, porque sólo faltaría eso. En estos casos, el que más razón tiene es el que antes se calla. Este tiempo pasado ha sido muy feliz y es patrimonio de todos. Un regalo que ellos nos hicieron y que es del peor gusto que nos arrebaten. Del Bosque, mayor en edad, dignidad y gobierno, debería haber protegido el pequeño secreto de que hubo malas caras entre los técnicos y Casillas. Por lo que sea, no ha sido capaz. Ha puesto una mancha en su salida llenando de alborozo al mundo de los ´mourinhistas’, que ahora pueden atizarles libremente a los dos.