El atletismo mejora su imagen

El equipo español de atletismo regresa de Amsterdam con una imagen renovada y mejorada. No han sido las medallas, que al fin y al cabo tampoco fueron tantas con respecto a las últimas ediciones (seis en 2014, cuatro en 2012 y siete en 2010), sino la forma de cómo se ganaron y, sobre todo, quiénes las ganaron. Empezó la cuenta la incombustible Ruth Beitia, ejemplo para las nuevas generaciones, y la continuó Bruno Hortelano, con un oro que ha hecho historia. Su medalla en los 200 metros fue como si hubiera habido un antes y un después. El antes corresponde a una oscura época de dopaje, sospechas y pasaportes de conveniencia; el ahora, al de un nuevo atletismo, limpio, ambicioso y con los nuevos españoles que se hicieron atletas entre nosotros.

Fue ganar su medalla Hortelano, y las demás llegaron rodadas. Como si sus compañeros se dijeran que ellos no iban a ser menos. Ese efecto dominó se produce muchas veces en el deporte. En el éxito de Barcelona 92 mucho tuvo que ver el oro de Moreno en ciclismo en pista el primer día. Eso impulsó al resto de compañeros de otros deportes, y las 22 medallas fueron posibles. Con Hortelano ha sido otro tanto, y el equipo ha podido regresar con la cabeza bien alta. También ha habido decepciones, por supuesto, como en anteriores ocasiones, pero ahora quienes compiten con el único objetivo de conseguir la mínima para ir a los campeonatos se van a quedar solos. Cuando se compite por España se va a ganar, no a participar. Palabra de Hortelano.