Los pellizcos de monja de Froome

Asistimos a un Tour singular. Diez ciclistas en menos de minuto y medio en la general. Los tres primeros, en medio minuto. Es la clasificación más apretada a estas alturas de la carrera desde que Froome domina el Tour. No es por el abanico de ayer y el descenso del Peyresourde, y a estas alturas las diferencias serían todavía más pequeñas. Se pueden considerar mínimas, pues parte de la ventaja de Froome se debe a las bonificaciones: diez segundos en la octava etapa y seis en la undécima de ayer. La verdad es que es el único ciclista que aprovecha cualquier ocasión para poner tierra de por medio, lo cual da lugar a diversas lecturas. ¿No se fía de lo que viene? ¿Sus rivales le respetan tanto que no le atacan? ¿Esperan momentos más propicios?

El caso es que llevamos más de media carrera y aquí nadie se mueve. En los últimos años, quien iba a ser el ganador del Tour ya sacaba más de dos minutos al segundo. Quintana, por ejemplo, estaba a 3:09 de Froome el año pasado después de once etapas. Ahora, sólo a 35 segundos. Y quedan los Alpes, donde le recortó 1:20 a Froome sólo en el Alpe d´Huez. ¿Es por eso por lo que éste no desperdicia ocasión para sacar tiempo? De momento es al único a quien se le ve con prisas. Quizá haga bien. El Tour ha dejado en esta edición todo para la última semana, y lo que espera a partir del miércoles es un recorrido digno de un mundial de alta montaña. Comparado con lo que está por venir, los ataques de Froome son pellizcos de monja. Pero bienvenidos sean.