El tumor que superó Pato y la confidencia de Kevin-Prince Boateng

El espejo. Fichaje de lustre del Villarreal. El brasileño Alexandre Pato (26 años) ansía cambiar el paso y volver a ser el jugador que deslumbró en sus inicios. Si piensa en su infancia, le será más fácil. A Pato le tuvieron que extirpar un tumor en el brazo izquierdo con sólo 11 años. De no ser así, nunca podría haber jugado al fútbol. Dice tener como ídolo a Ronaldo y confiesa que su familia le llamaba Bebetinho de pequeño, por su supuesto extraordinario parecido con el mítico delantero del Deportivo. En España eso son palabras mayores. Marcelino se conformará si logra la mitad de lo que conquistó Bebeto.

Tan amigos. Mucho se está hablando en Sevilla de las inclinaciones militaristas de Roman Zozulya (Ucrania, 26 años). El nuevo delantero del Betis es un fiel defensor del ejercito ucraniano y un apasionado del mundo bélico. Es frecuente que publique en sus redes sociales fotografías suyas relacionadas con el mundo armamentístico (ver imagen). Sin embargo, se está pasando por alto un detalle de elevado valor. Zozulya ha elegido el Betis, en parte, por el consejo de su amigo Konoplyanka. Ambos compartieron equipo en el Dnipro y ahora lo hacen en la selección. En Ucrania aseguran que el ya bético llamó al sevillista para conocer más del club del Villamarín y de la ciudad.

Revelación. Futbolista de personalidad y cierta arrogancia, Kevin-Prince Boateng (29 años) está cerca de ser la sorpresa de Las Palmas. Es imborrable su desmedida patada a Michael Ballack en la final de la FA Cup de 2010, que dejó al capitán alemán sin Mundial. El pique entre ambos era evidente y se remontaba a sus años mozos en la Bundesliga. La prensa alemana atacó sin compasión al internacional ghanés, insinuando que fue una entrada premeditada. Boateng sorprendió el pasado mes de febrero con una atrevida confidencia en su autobiografía. “Compañeros de Ballack en Alemania me escribieron para darme las gracias”, señaló.

Buena decisión. En Zaragoza se preguntan por la singular apuesta de Narcís Julià, director deportivo maño, en el imberbe central rumano Razvan Popa (19 años), hasta ahora en el Inter. Detrás de su figura hay un relato de inadaptación juvenil. Estuvo en la cantera del Steaua de Bucarest, pero nunca se llegó a acomodar. Con 14 años pensó en dejarlo todo. Sólo la tenacidad de su padre le convenció para seguir adelante. Firmó por el Sportul Studentesc y un año más tarde se subió al podio histórico de jugadores que debutaron con menor edad de la Primera rumana: 15 años y dos meses, sólo superado por Dobrin: 14 años y diez meses.