Samaranch padre tenía una frase que le gustaba repetir en la ceremonia de clausura de cuantos Juegos Olímpicos presidió: “Han sido los mejores Juegos de la historia”. Sólo en los de Atlanta cambió lo de “mejores” por “unos Juegos excepcionales”. Ahora nos encontramos ante unos Juegos que marcarán un antes y un después. Podemos estar ante los peores Juegos de la historia. Jamás se ha visto a las delegaciones abandonar la villa por estar los apartamentos sin acabar, ni entregar las instalaciones sin haber realizado pruebas test meses antes, y mucho menos terminar algunas a una semana de la inauguración, o peor aún, tener la seguridad de que hay competiciones de agua que se van a celebrar en aguas contaminadas.

Cuando el COI eligió en 2009 a Río sede de los Juegos por 66 votos frente a 32 de Madrid, Brasil era un país emergente. Iba a organizar el Mundial de fútbol, a transformar la ciudad, a limpiar las aguas, a dejar un formidable legado... Pronto se vio que eso no era posible. Brasil tenía problemas mucho más graves que sacar adelante los Juegos. Ya están aquí, y hay agujeros por todos lados. Encima, el lío de los rusos. Unas Federaciones les dejan participar; otras, no. Ningún ruso que tenga en su historial un positivo puede hacerlo, y en Río va a haber deportistas de otros países incluso reincidentes. Luego están los tenistas y golfistas que se han borrado, el tema de la seguridad... ¿Los mejores Juegos? Seguro que no. Estaba cantado.