Marcelo dio un recital ante el Chelsea

El próximo mes de enero se cumplirán diez años de la llegada de Marcelo al Madrid. ¡Bendito día! Sigue jugando con la ilusión de un juvenil. Vino a cargar con el tres de Roberto Carlos, un mito, y bien se puede decir que no permitió que se extendiera la nostalgia por la salida de aquel. Sin ser exactamente el mismo jugador (es menos potente y rápido, pero al tiempo más habilidoso) sí le recuerda en sus continuas subidas, en el aire informal de su juego, en su sonrisa permanente. Cubre, como aquel, los cien metros de banda, y es con enorme frecuencia la gran pieza ofensiva del equipo.

Ayer, desde luego, lo fue. Conectó con Asensio a las mil maravillas (me recordó aquello de Menotti: “Pequeñas sociedades hacen grandes equipos”.), marcó dos golazos, arrancó la jugada del tercero, un zambombazo sensacional de Mariano... Fue el causante de la victoria del Madrid, que cargó todo su fútbol por su banda izquierda, donde él agitó la actividad de los más próximos. El Chelsea, que había salido bien, se desangró por ese costado. No pudo parar nunca eso. Pedro lo intentó con mala uva, con una patada a Marcelo y dos a Asensio, pero no consiguió más que llevarse una tarjeta amarilla.

El partido quedó resuelto con eso. Esta vez Zidane mantuvo a los mayores (entre los que incluyó a Asensio) hasta el minuto 63. Entonces salieron los chavales, pero ya a partido resuelto, sin Asensio y con el rival escamado, y no fue lo mismo. Jugaron con clase y tesón, pero les faltó profundidad y un puntito de atención atrás. El Chelsea, que ya había amenazado con Batshuayi (un buen delantero, por cierto), acabó marcando dos veces por medio de Hazard, la segunda ya sobre la hora. El partido resultó entretenido y enmendó la mala imagen del día del PSG. Aunque todo se debió, hay que decirlo, a Marcelo.