Red Bull y la paciencia de Vettel

Nada nuevo bajo el sol. O sí. Dejemos a Hamilton tranquilo, el inglés reforzó el liderato y en Hockenheim volvió a morder a Rosberg donde más duele, en el cuerpo a cuerpo. Bastó la primera curva para tumbar al alemán. Mandíbula de cristal, lo llaman en boxeo. La novedad no llega ahí, en el duelo de pilotos, sino en el de constructores, donde Red Bull ha superado a Ferrari. Se veía venir y lo único claro es que Verstappen y Ricciardo lucen una sonrisa que nada tiene que ver con el gesto que se estila en Maranello, donde el dolor de muelas se llama Vettel.

"Está motivado, aunque querría estar más adelante de lo que está", afirmaba Marc Gené sobre Sebastian en Movistar+. "No sé cómo se sintió", respondía Vettel al ser preguntado sobre si la suya es una frustración similar a la que vivió Alonso en sus días en la Scuderia. Pero lo sabe. Es consciente de que ese no es rojo al que aspiraba cuando fichó, de que las victorias son ahora una utopía y los podios se encarecen a medida que pasan las carreras. Él, el tetracampeón energético, el niño bonito de Marko que tenía los siete títulos de Schumacher como GPS, se hunde poco a poco en la clasificación. Ya es quinto, con sólo cinco puntos más que otro niño bonito de Marko, ese torbellino llamado Verstappen. ¿Cuándo se le agotará la paciencia a Vettel? Me da que pronto. Es lo que suele ocurrir cuando el cavallino que antes era rampante se echa a dormir.