¿Brasil es Neymar y diez más?

Hay una ley no escrita del fútbol que dice que cuando una estrella baja a jugar a una categoría inferior no funcionan ni él ni sus compañeros. La estrella se cree tan superior que acaba por endiosarse; los compañeros se sienten tan inferiores que dejan la responsabilidad exclusivamente en manos de su líder. Y así hasta fracasar todos. En los JJ OO esta tendencia se realza, al ser una categoría Sub-23 con cupo para tres mayores de edad. Acertar con esos ‘séniors’ es clave. No siempre lo mejor es llevar a las grandes estrellas de un país, sino a aquellos que perjudiquen lo menos posible al hábitat natural de un equipo ya hecho.

Neymar y Brasil son el ejemplo perfecto de esta disociación histórica. El sonrojante papel del uno y de los otros hasta ahora en Rio 2016 esconde el mismo error conceptual de siempre, el que quizá haya impedido a los brasileños ser campeones olímpicos hasta la fecha. Neymar en 2016, Hulk en 2012, Ronaldinho en 2008, Rivaldo y Bebeto en 1996… Las estrellas escogidas para reforzar al equipo Sub-23 siempre estuvieron muy por encima del rango medio del que se rodearon. Así, quizá para Neymar sea poco mezclarse con Gabriel Jesus, Gabigol, Rafinha o Felipe Anderson, por otra parte excelentes jugadores. Y quizá para Gabriel Jesus, Gabigol, Rafinha o Felipe Anderson sea demasiado mezclarse con Neymar. Es el sino de Brasil en el fútbol olímpico. Un fútbol que, visto lo visto, no entiende.