Carvajal hace un suizo

Los viejos aficionados son muy sensibles a una cualidad del fútbol que está relacionada con el entusiasmo y la memoria. Archivan en el recuerdo goles que se miden con otros que despiertan la necesidad de la comparación. Se parecen demasiado, obligan a repasar los recuerdos, invitan al debate y a veces generan una sorprendente conclusión: no sólo hay goles que remiten inmediatamente a otros del pasado (el de Carvajal al Sevilla en la final de la Supercopa traslada inmediatamente al de Sanchis frente a Suiza en el Mundial del 66), sino que están protagonizados por el mismo tipo de futbolista.

Los goles irrepetibles tiene la virtud de repetirse. Nadie sospechaba una jugada casi idéntica a la de Maradona frente a Inglaterra en el Mundial México 86, pero aquella culebreante maravilla de Messi frente al Getafe reeditó casi punto por punto la carrera, los regates, los amagos y la definición que asombraron al mundo. Le faltó narrativa, no la de Víctor Hugo Morales, que tantos pretenden repetir sin éxito, sino el trascendente valor que siempre representa un Mundial y cualquier Argentina-Inglaterra.

Aunque no lo sepa, a Dani Carvajal se le explica a través de Sanchis, el lateral valenciano que pasó sin éxito por las filas del Condal, filial del Barça, y alcanzó en el Valladolid el prestigio suficiente para recalar en el Real Madrid. Era un jugador dinámico, de estatura media, con habilidades poco corrientes como defensa. Regateaba y llegaba a posiciones de ataque con frecuencia, cualidades de su anterior época como extremo y centrocampista.

Sanchis, cuyo gol fue esencialmente una intrépida y larguísimo diagonal, superando rivales con decisión y definiendo ante el portero con el exterior de su pie derecho, surgió en un contexto novedoso. Impresionaban los nuevos laterales brasileños y Facchetti, el alto, elegante y rapidísimo lateral izquierdo del Inter, causaba estragos con sus internadas. Como Facchetti, Sanchis era diestro pero solía jugar por la izquierda. Fue en esa época, mediados de los años 60, cuando empezaron a descolgarse hasta el lateral un buen número de extremos. Uno fue Iñaki Sáez, en el Athletic. Otro Joaquín Rifé, en el Barça.

En el Real Madrid, Sanchis (lateral derecho frente a Suiza) fue pionero en un tipo de defensa que se ha hecho tradición: el lateral de ataque. Han sido más célebres los izquierdos, desde Gordillo a Marcelo pasando por Roberto Carlos. En la derecha, Michel Salgado y ahora Carvajal pertenecen a la misma estirpe. Los laterales, que hasta no hace mucho parecían los más prescindibles del equipo, se han transformado en piezas decisivas del fútbol actual, con un enorme grado de responsabilidades. Tienen que ser excelentes defensas, interiores y extremos.

El gol de Carvajal, y su espléndido partido en Trondheim frente al Sevilla, resume la trascendencia de los laterales. En el caso del defensa del Real Madrid, el golazo acredita su carácter, ambición, clase y desparpajo. Nadie lo sabe mejor que la hinchada. Adora a Carvajal, heredero en el tiempo de otro lateral sin complejos: Manuel Sanchis Martínez.