Es una acertada medida poner de largo a Morata y Asensio con todos los honores. Pero no por tapar el agujero de un verano sin fichajes blancos millonarios (hasta la fecha) sino por la propia categoría de estos chavales que vuelven a casa. Y habría que estipularlo siempre, como norma de prestigio, lo de recibir y también despedir con elegancia a quienes vistan la camiseta de este club único, con once Copas de Europa. Morata y Asensio representan el éxito de La Fábrica, provocan una renovada ilusión en la afición y están llamados a ser muy protagonistas esta temporada. Es de justicia prestigiarlos, desde el primer momento, para que se sientan importantes.

Ya ha trabajado muy bien Zidane, durante la pretemporada, en este sentido. Les ha apoyado frente a la intención del club de manejarlos como moneda de cambio (sobre todo el ariete), ha manifestado en público su alta satisfacción por el trabajo de Asensio y le ha dado mucha importancia a Morata. El técnico ha sabido poner en valor a dos incorporaciones que no han convulsionado el mercado, pero sí van a dar alegrías al madridismo. Por unas o por otras, todo apunta a que los canteranos serán los refuerzos estrella para la temporada y conviene que sientan el calor del club y de la afición desde el primer día.