La raza de Nacho

Zidane se ha cerrado en banda a su salida del equipo durante este verano. Si el canterano hubiera cumplido su idea inicial de cambiar de aires para jugar más, el Madrid se habría tenido que gastar una pasta para encontrar en el mercado un central tan serio y tan cumplidor. Zizou, maestro en el manejo del grupo, tiene claro que la temporada se hace muy larga y suplentes de la categoría profesional y humana de Nacho son impagables para el buen funcionamiento del grupo.

Por lo que aportan cuando juegan y por lo que suman cuando les toca un papel secundario. No es fácil aceptar con buena cara el banquillo cuando eres consciente de que tus méritos están muy por encima de los minutos que recibes durante la temporada. Lo sencillo es dejarse llevar, quejarse y torcer el gesto; lo difícil es apretar y dejarte la piel en cada entrenamiento y cada partido para que el entrenador se sienta mal por darte poca bola. Nacho es de éstos y Zidane lo sabe.