Todo medallas y finalistas ¿Por qué son tan buenos?

El piragüismo se irá de Río con un balance excelente. Pase lo que pase en las finales de K-1 200 y K-4. Todos los que vinieron o son medallistas (oros para Maialen Chourraut en slalom, Marcus Cooper en K1 1.000 y Craviotto y Cristian Toro en K2 200) o diploma (Sete Benavides cuarto en C1 200, Teresa Portela sexta y Ander Elosegi octavo en slalom). Desde Atenas 2004 no se baja del podio.

“El secreto está solo en el cronómetro, que es quien decide quién va. Aquí hemos acabado con los criterios técnicos”, explica Juanjo Román Mangas (Zamora, 53 años), presidente de la Federación Española. “Es el caso de Marcus Cooper (21 años), el año pasado le dijimos que era muy bueno pero estaba fuera del Mundial en 1.000, y nos lo ha agradecido porque le ha servido de revulsivo”.

La Federación Española, con 9.600 licencias en 2015, de las que sólo 400 corresponden al slalom, ha recibido unos ocho millones de euros de subvención del CSD este ciclo. Gran Bretaña, hasta ayer con el mismo número de medallas, dispone de nueve solo en un año. “Y vienen a preguntarnos cómo lo hacemos”, apunta.

La respuesta está en 11 entrenadores profesionales, a sueldo de la Federación, distribuidos en grupos. “Uno de 1.000, otro de 200, cuatro en tecnificación… creemos en la especialización, en encajar a cada chico en la distancia que mejor le viene y no quemarse en varias”, relata. Al frente de ello, un expalista campeón del mundo y profesor en la Universidad del País Vasco, Ekaitz Saies, que elabora informes mensuales. “Queremos saber dónde estudian, si trabajan, si descansan, si cumplen los planes de entrenamiento, si necesitan ayuda psicológica... No queremos pensar que estamos fallando en algo y no lo sabemos”, cuenta Román. Los piragüistas se pulen en la Blume, el CAR de Sevilla y el CT de Trasona, en el que colabora el Principado.

Los júniors tienen pagados manutención y estudios y en Sub-23 comienzan a recibir becas: “No hay dinero a fondo perdido. Se aplica un criterio de productividad: tanto vales, tanto te doy”.

El crono marca el camino, por eso tras el Mundial de Milán, donde las cosas no salieron bien, se endurecieron las condiciones para ir a Río. Todos debían realizar tres eliminatorias nacionales (controles) en febrero, marzo y abril y los ganadores irían al Preolímpico en mayo. Incluido Craviotto o los del K-4 que debían estar entre los ocho primeros de España. Una dureza con premio.

Una exigencia que ha permitido que Román se traiga un buen cargamento de puros a Río. Por cada medalla se fuma uno. “¡Y si el K4 es medalla, uno por cada uno hasta marearme!”.