La anarquía derrotó al orden

La revolución tranquila por la que apuesta el Espanyol, desde la serenidad de Chen Yansheng hasta el rigor de Quique Sánchez Flores, se topó en el Sánchez Pizjuán con un debut de locos, quizá lo que LaLiga debería exportar para exportar su producto y atraer a la audiencia internacional. Toda la uniformidad establecida durante una pretemporada bendita para los pericos, sin derrotas, lo echó al traste el Sevilla de Sampaoli. Y no es de extrañar: además de su ánimo de revancha por las Supercopas perdidas, no hay nada peor para el fanático del orden, lo que trataba de ejemplificar este Espanyol, que cruzarse con la anarquía.

El Sevilla, arriesgado y casi suicida, supo leer el partido. Y avasallar al Espanyol. Los pericos, sin embargo, presentaron un cuadro poliédrico, como si se pusieran ante un espejo de feria, que distorsiona la imagen propia: tan atinado estuvo en ataque como desacertado en defensa. Las contras y el balón parado, lo que más habían trabajado, fueron su cara y su cruz. Así que el futuro sólo puede ir a mejor.