El éxito en la élite a dos velocidades

La efervescencia propia de la bisoñez surte mayor efecto cuanto más avanzada es la demarcación. Lo demuestran dos jugadores que hoy iniciarán una Liga con el Real Madrid. Casilla ya estaba la pasada campaña, pero apenas disputó siete partidos. Y Asensio ha llegado para quedarse. Diez años les separan. Y un mismo final de trayecto, hasta ahora: la llegada al éxito, a la élite, eso sí, a dos velocidades.

Media vida ha necesitado el portero para encontrarse en la tesitura que le depara la lesión de Keylor. Media vida o más, pues tiene 30 años y 16 han pasado desde que Manolo Romero fuera a Tarragona a reclutarle para los cadetes del Madrid. Por si alguien tiene alguna duda de que llega más preparado que nadie a esta oportunidad, tiene una prueba irrefutable (además de su creciente pretemporada) en su experiencia vital: del Castilla pasó al Espanyol, pero tuvo que foguearse en Segunda A y B antes de por fin volver al conjunto blanquiazul para, con su talento, aprendizaje y las lecciones diarias de N’Kono, convertirse en un ídolo que hoy hasta tiene una puerta de Cornellà con su nombre.

Y si Casilla lleva media vida esperando este momento, lo de Asensio es pura inmediatez. Si existe un reducto donde ya se vacunaron hace un año del asombro que ahora vive el madridismo con el mallorquín, y donde ahora se repite el “esto ya lo sabíamos” sin caer en el cuñadismo, ése es el entorno del Espanyol. Llegó para foguearse en Primera, con una cláusula que le obligaba a jugar 30 partidos que parecía un grillete y que al final se quedó corta para disfrutarle. A ambos les ha llegado la hora y están sobradamente preparados.