Los Juegos hacen país

Nada alegra más el verano que los Juegos Olímpicos, que sacan a la superficie deportes sin escaparate y ponen a un público de vacaciones frente al televisor con menos esfuerzo que de costumbre. Ocasión también para captar practicantes y para cumplir la inestimable función social de unir un poco más a un país durante dos semanas.

Eso esperaba Thomas Bach, presidente del COI, que sucediera en un Brasil políticamente dividido y eso sucede sistemáticamente cada cuatro años en el verano español. Incluso en este, donde todo está en funciones menos nuestros deportistas. Con esa emoción regresó Alejandro Blanco, convencido de que cada uno de los 306 atletas que mandamos a Río fue competidor, competitivo e hincha del resto. Y orgulloso de ver cómo Carolina Marín sentó frente a la pantalla a 2,4 millones de españoles para ver un partido de bádminton, deporte que durante años creímos que sólo salía de las escuelas para acabar en Asia. Toca ahora discutir dónde poner el dinero menguante para Tokio y quién debe decidirlo. Pero permítannos alargar un poco el brindis.