Menos promoción y más seguridad

Parto de un hecho: la Vuelta tiene toda la culpa del accidente sufrido por Kruijswijk. El bolardo con el que chocó el ciclista y que le costó una clavícula rota, no estaba señalizado ni protegido. Como la Vuelta asume toda la responsabilidad, tomará sus medidas y no hay que darle más vueltas. Aunque tomar, ya las toma. Me consta que delante de los corredores circula un coche para advertir de los obstáculos imprevistos que se puedan encontrar. Esta vez, obviamente, no reparó en los bolardos, que forman parte del paisaje urbano de Lugo para enojo de sus ciudadanos (hay sistemas más seguros y visibles de limitar los vados). Pero hay otro problema al margen: los últimos kilómetros no eran seguros. De hecho, hubo una caída masiva posterior a la de Kruijswijk.

La carrera finalizó junto a la muralla, que hay que lucir. Para eso pagan el ayuntamiento y la diputación. Como los organismos públicos sufragan la Vuelta, mandan mucho. En función de lo que les interesa patrocinar, influyen en el recorrido. Si la etapa acaba en Lugo, ¡cómo no hacerlo junto a la muralla! Pero la calle que la rodea tiene un ancho de 7,5 metros, que se reduce con las curvas y los bolardos; por ahí no caben ciento y pico ciclistas. El riesgo aumenta cuando hay sprint. Se producen las caídas, y que la cosa quede sólo ahí. Ya bastante peligroso es el ciclismo, como para tener que andar sorteando trampas: baches, bolardos, calles estrechas y sinuosas... Si hay más accidentes en las ciudades que bajando un puerto, es que algo se está haciendo mal.