Simeone prueba el ataque

Andaba el personal dándole vueltas a si Simeone seguiría siendo Simeone tras su amenaza de fuga, cuando la baja no explicada de Tiago ante el Leganés ha reforzado el ronroneo. Quizás es un simple asunto funcionarial, un matiz físico no contado, pero alimenta la sensación de ruptura. Porque se aleja del Simeone que conocíamos, el entrenador abrazado a sus intocables. Tiago era uno de ellos. O quizás ya no. Aunque lo pareciera el domingo medio tiempo. Pronto para advertir si estamos ante una decisión trascendental o menor. Pero avisa. Y se alía con una imagen del debut que también insinuó diferencias. Ese 4-2-4 de la segunda parte que se fue construyendo con unas sustituciones antes impensadas: Torres por Tiago, Gaitán por Gabi, hasta Correa por Carrasco; los medios que se quedaban eran los ofensivos. Un viaje nuevo; no mejor o peor, distinto. Una fórmula que cabía por el perfil de la plantilla, pero que choca con el Cholo que nos aprendimos.

Al técnico le toca prolongar o mejorar el Atlético que se inventó. Como cada año. La diferencia es que ahora no ha perdido a nadie y sí ha recibido munición ofensiva. Los retoques, si se hacen, sólo pueden ser desde el atrevimiento. Un paso adelante que durante un rato ante el Alavés hasta fascinó (aunque no lo contara el marcador). Un riesgo al que igual se le adjudica ahora la fatalidad del empate (ante Gabi o Tiago en vez de Saúl o Correa, Manu no habría armado el tiro de su vida). O sobre el que a lo mejor insiste Simeone. Al menos ya lo ha pensado. Y hasta probado. Y sabe a revolución.